

¿De què Bicentenario me estàn hablando?
PURGATORIO:
El vicecoordinador del área jurídica de los diputados federales del PRI, Alfonso Navarrete Prida, explicó que la iniciativa que envió el Ejecutivo al Congreso sobre el lavado de dinero está dirigida a combatir el crimen organizado y a los grandes capitales que lavan dinero en nuestro país.
En ese sentido consideró que si van a meterse en este tema primero deben empezar por la Secretaría de Hacienda y el SAT, ya que han mostrado ineficacia institucional, en el tema de aduanas, la unidad de inteligencia contra el lavado de dinero y otros asuntos que tienen que ver con captar estos recursos y mercancías de procedencia ilícita que ingresan al país, como son la entrada de armas a territorio nacional.
Apuntó que su fracción parlamentaria está dispuesta a contribuir en el combate al lavado de dinero, sin embargo, advirtió que no permitirán que bajo este argumento se criminalice a pequeños comerciantes, contribuyentes y ciudadanos que realizan transacciones en la medida de sus posibilidades.
“En materia de lavado de dinero el PRI está dispuesto a ayudar para combatir el flagelo que distorsiona las economías formales, lo que no va a estar dispuesto y estará viendo con mucha atención es que no se pretenda sancionar como lavadores de dinero a pequeños comerciantes, pequeños contribuyentes y ciudadanos que por el hecho de estar utilizando las medidas que tienen a su alcance y sean acusados”, advirtió.
Señaló que estarán atentos de que esa propuesta de ley, que realizó el Ejecutivo federal, no pretenda sancionar a muchos contribuyentes y participantes económicos que sin tener conocimiento del recurso de procedencia ilícita, podrían ser susceptibles de tener una sanción grave si es que este delito no está debidamente regulado, como hasta la fecha.
“El tema es que en nuestro país muchas comunidades hacen sus transacciones en efectivo, y no significa ni que sean evasores fiscales y mucho menos que sean lavadores de dinero”, refirió.
PARAISO:
Làstima que los sesudos jurados de la "Iniciativa Mèxico", como los ministros de la super Corte, fueron maiceados y hundieron mi propuesta, mìa de mì, en los sòtanos de los acuerdos turbios y las trampas de Calderòn, Azcàrraga Jean, Salinas Pliego y compañìa, y nadie pelò mi idea para elevar a-u-t-o-m-à-t-i-c-a-m-e-n-t-e todo ànimo nacional junto al de la Miss Universo y al del Chicharito.
Pero lo testarudo del Peje y lo iluso de Ebrard no se me quitaràn nunca, a menos que la Paredes cambie de fashiòn y tire el huipil y cante como Susan Boyle, y por eso y muchas cosas màs va mi peticiòn otra vez:
Propongo a Alonso Lujambio y todo su sèquito de ayudantes para el festejo 200-100, que en pleno corazòn del Zòcalo capitalino se guarde o entierre, como se quiera decir, una "caja del tiempo" con cifras que revelan el Mèxico actual, que es una amalgama de contrastes, errores y horrores, escasos triunfos, mùltiples derrotas y una democracia que no acaba por cuajar; en fin, una Naciòn que està muy lejos de ser aquella por la que lucharon y soñaron hèroes de la Independencia y la Revoluciòn.
La caja deberà abrirse dentro de cien años, en el festejo Tricentenario. Que sirva como espejo aun maltratado y viejo, donde los mexicanos del Siglo XXII traten de explicar su pasado y entender màs su presente, que seguramente seguirà arrastrando vicios de hoy y siempre, desde que rompimos grilletes y brincamos las trancas de la historia para formarnos como paìs.
Algunas cifras, que recomendamos incluir : a) La guerra de Calderòn lleva 28 mil muertos entre narcos y "daños colaterales"; b) Cincuenta millones de mexicanos estàn en la pobreza y 20 millones de ellos no tienen para comer; c) Màs de siete millones de jòvenes ni estudian ni trabajan; 4) 41 niños ardieron y murieron en incendio de guarderìa ABC; 5) Pemex està quebrado y de paìs petrolero pasamos a comprador de ese combustible; 6) El desempleo alcanza a 20 millones de personas; 7) El gobierno de un partido llamado PAN gastò màs de cinco mil millones de pesos en los festejos del Bicentenario que incluyen esta caja; 8) Mèxico, primer lugar en fraude a las empresas privadas, por un total de mil 400 millones de dòlares; 9) El Banco de Mèxico se encuentra descapitalizado; 10) Màs de 12 millones de mexicanos se fueron a Estados Unidos a buscar sobrevirir...
Y, a propòsito, les envìo parte del poema de Ancizar Castrillòn, quindiano que escribiò sobre el Bicentenario:
"De què Bicentenario me estàn hablando,
yo me pregunto.
Si van 200 años
de sueños truncos.
De què Bicentenario me
estàn hablando,
si el làtigo
tan sòlo cambiò de mano......
La historia no ha cambiado
en 200 años,
en nuestra propia tierra
somos extraños.
Por eso hoy pregunto
con tono extraño:
De què Bicentenario
me estàn hablando".
INFIERNO:
Y, bicentenarias almas en pena, espero que la "Estela de Luz" del Paseo de la Reforma tenga la misma suerte que el edificio màs alto de Manhattan, que recuperò ese lugar luego del derrumbe de las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001.
Nació como símbolo. En 1931, cuando el presidente Hoover pulsó desde Washington el botón que lo iluminaba a distancia, declarándolo oficialmente inaugurado, el Empire State Building (ESB) -que sería el edificio más alto del mundo durante los 40 años siguientes- simbolizaba el poder de la voluntad sobre los estragos económicos y morales de la Depresión.
Levantado en poco más de 13 meses sobre un diseño (de William F. Lamb, de Shreve, Lamb & Harmon) pergeñado en 15 días, la construcción del rascacielos dio empleo diario a casi 4.000 obreros en un momento en que conseguir trabajo era el mayor anhelo de una nación todavía incrédula de la fragilidad del gran sueño americano. Jay Gatsby, el símbolo de una América en la que todo era posible, ya era solo un recuerdo.
Sus comienzos no fueron fáciles: más de la mitad de sus oficinas y espacios comerciales tardaron años en encontrar quien los alquilara (en la prensa se le llegó a poner el marbete de Empty -vacío- State Building), y sus propietarios pensaron repetidamente en venderlo. Hasta principios de los cincuenta cuando se convirtió en el segundo edificio de oficinas más grande de EE UU después del Pentágono, la gigantesca mole art déco de acero y hormigón no comenzó a ser rentable.
Pero para entonces ya se había convertido en el gran icono de la ciudad, el equivalente a la torre Eiffel de París o el Big Ben de Londres, antiguas capitales del mundo a las que Nueva York había arrebatado el cetro. A la construcción del mito contribuyó desde el principio la cultura popular, que nunca ha dejado de utilizarlo. En 1933, un gigantesco orangután (King Kong, de Cooper y Shoedsack) de sentimientos demasiado humanos se encaramaba al pináculo que remata el edificio para defenderse a manotazos de los proyectiles de sus inhumanos cazadores.
Irene Dunne y Charles Boyer, primero, y Cary Grant y Deborah Kerr, después, vivían su melodramático amor en el observatorio del piso 86 en sendas películas de Leo McCarey (Tú y yo, 1939 y 1957) que consagraron al ESB como un perfecto escenario romántico. La lista sería interminable. Hasta Joe Kavalier, uno de los protagonistas de la novela de Michael Chabon Las asombrosas aventuras de Kavalier and Clay (2000, Mondadori), se alquila un pequeño despacho en el edificio para proseguir su apasionante peripecia en torno a las posibilidades del escapismo y lo que significa ser judío en América.
Ahora sus propietarios se han empeñado en convertir el ESB -al que el 11 de septiembre restituyó su título de rascacielos más alto de la ciudad- en un símbolo verde, un hito del combate contra las venenosas emisiones de carbono y el desperdicio de energía. Sellarán mejor sus 6.500 ventanas, optimizarán los servicios de calefacción y aire acondicionado, enseñarán a los arrendatarios a usar más eficientemente el espacio que alquilan. El Empire, afirman, será el emblema global de la América que ahorra energía.
Pero dudo que tenga más eficacia simbólica que la mirada de King Kong a su adorada Ann Darrow cuando comprende que todo está perdido.