La fuerza femenina en México
PURGATORIO:
La mujer mexicana lleva ya tres
décadas demostrando su fuerza, capacidad e inteligencia en el desarrollo
estatal y nacional.
Aunque, aún hay rémoras o vestigios
de semi gobernantes que se olvidan de ejercer su cargo de acuerdo con las
directrices y normas que la ley y la Constitución mexiquense les marca, y, como
“sor metiches” se involucran y toman partido en supuestos problemas de familias
ajenas; problemática que desconocen en lo más elemental y se dejan llevar por
falacias, mentiras y comentarios que tergiversan la realidad que viven sus
empleados.
Son mujeres que ven la paja en el ojo
ajeno, nada más; olvidan que el buen juez por su casa empieza y si a esas
vamos, habrá que sacar a la luz pública sus “trapitos”. La ropa sucia se lava
en casa, señora. En fin, recuerden que no se pueden dar el lujo de perder dos
neuronas al día. La ley las medirá tarde o temprano. Gobernar debe ser su
tarea, lo demás, déjenlo a las familias ajenas.
PARAISO:
Mejor les comento,
caros lectores, que en la web leo que la
inserción de las mexicanas en el mercado laboral en las últimas tres décadas
implicó la transformación política, social y económica del país.
Actualmente son
reconocidas en todos los ámbitos de la vida pública, más allá del trabajo
doméstico, aseguró Patricia Rodríguez López, del Instituto de Investigaciones
Económicas (IIE) de la UNAM.
A partir de los años
80 del siglo pasado, su participación en los sectores productivos creció aceleradamente
ante la necesidad de aportar al ingreso familiar por la pérdida del poder
adquisitivo salarial.
La Encuesta Nacional
de Ocupación y Empleo (ENOE) refiere que en el cuarto trimestre de 2012, 18
millones 429 mil 727 mujeres formaban parte de la población ocupada en el país.
En total, cerca del 45 por ciento de las mayores de 14 años tiene un empleo.
En su mayoría, se
desempeñan en el sector de servicios como vendedoras, profesoras, enfermeras y
cuidadoras de niños, por los roles sociales asignados a su género; tienen
estudios de bachillerato y ganan de dos a tres salarios mínimos, precisó la
investigadora.
Además, casi cuatro
de cada 10 hogares en México tienen jefatura femenina, lo que refleja el
aumento de su presencia en la economía y el mercado laboral. En 1970, su
participación era de 17 por ciento, y en 2010 aumentó a 39 por ciento.
A la par, su nivel
educativo se ha incrementado, porque las que estudian promueven la instrucción
de sus hijas. En este ámbito, el rezago de las niñas respecto a los varones ha
disminuido y ahora, entre sus objetivos de vida se incluye la inserción en el
mercado laboral, expuso con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se
conmemora este día 8 de marzo.
Usualmente desempeñan
una doble jornada: además de su empleo, se encargan del trabajo doméstico,
aunque esto último no se toma en cuenta por no generar ganancias económicas.
En sus hogares son
responsables del cuidado psicológico de los demás, además de negociadoras y
administradoras de los ingresos, mediadoras en conflictos y responsables de la
crianza de los niños, entre otras tareas, puntualizó.
INFIERNO:
A nivel nacional se
distinguen dos grandes grupos: las que tienen hijos a edades tempranas, dejan
la escuela y se insertan en el mercado laboral en malas condiciones, y aquellas
con altos niveles de instrucción que postergan o rechazan el matrimonio y la
maternidad.
Al ser más de la
mitad de la población y del padrón electoral, no puede aceptarse la idea de que
es una pérdida de tiempo y recursos que las mujeres se preparen, pues deben
quedarse en casa sin participar en la toma de decisiones.
En el país pocas
mujeres tienen condiciones laborales adecuadas a su preparación; 38 por ciento
de las jóvenes con licenciatura no ejercen su carrera, dos de cada tres profesionistas
ganan menos de tres salarios mínimos y las tasas de desocupación son más altas
en las mujeres con mayor instrucción.
En los niveles de
hasta tres minisalarios no existe una brecha marcada entre las percepciones, al
ser tan bajas. Entre más estudios tienen las trabajadoras que desempeñan
puestos más altos, las diferencias de género e ingreso se amplían.
Hay pocas mujeres a
nivel de gerencias o directivos. En las grandes empresas, de cada 10 directores
generales, ocho son hombres, y siete de cada 10 funcionarios en el país
—federales o estatales— varones.
Ellas pueden tener
las mismas responsabilidades y cargos similares, pero ganan menos; si son
madres, no compiten por puestos más altos y se les castiga por no tener
disponibilidad de tiempo, viajar o cambiar de residencia. A esto se suma el
acoso sexual por parte de compañeros y superiores, expuso la integrante de la
Unidad de Investigación Economía Fiscal y Financiera del IIE.
La mayoría se inserta
en el sector informal de la economía, que genera casi 60 por ciento de los
empleos del país. Es el caso de las trabajadoras domésticas en zonas urbanas,
que apoyan a empleadas de otros sectores en las labores del hogar, ejemplificó.
Las asalariadas con
mayor preparación, que ocupan puestos en el sector formal, las contratan con
salarios bajos, condiciones precarias de trabajo, sin prestaciones, jornadas
extensas sin descanso y, además, son discriminadas, subrayó.
Deben eliminarse las
brechas salariales en toda la estructura y garantizar mayor preparación académica
femenina, para que las mujeres reconozcan su capacidad y ejerzan su derecho a
decidir qué hacer con su vida, recomendó.
Rodríguez López
subrayó que cada vez hay más varones dispuestos a que las condiciones sean
igualitarias; esto se explica, en parte, porque muchos crecieron con el ejemplo
de sus madres, quienes, al trabajar, adquirieron poder de negociación social y
familiar. Esto significó un cambio de mentalidad respecto a sus padres y
abuelos.
Las jóvenes, ante la
discriminación de las casadas o las que tienen hijos en el mercado laboral,
pueden ver en la maternidad un obstáculo para su realización profesional.
Además, ellas se
enfrentan a las exigencias de mayor preparación académica y cumplir con ciertas
características estéticas y físicas. Por estas razones postergan la procreación
hasta acercarse a los 40 años, contraen nupcias sin tener descendencia o
deciden vivir solas, explicó.
La inserción femenina
en todos los sectores productivos significó la transformación del país. El Día
Internacional de la Mujer es la oportunidad de reconocer sus aportaciones e
inculcar en niñas y jóvenes el deseo de prepararse, participar en las
decisiones en los ámbitos privado y público y ser parte de los cambios para
lograr mejores condiciones de vida para la población, concluyó.